EL DUENDE DEL ESTRÉS Y LA PRINCESA DE LA AMISTAD
(Cuento sobre el valor de la
amistad)
Por: Nabonazar
Cogollo Ayala
TEMA:
Amistad.
SUBTEMA:
El manejo racional del estrés.
GRUPO
ETARIO: 7-16 años.
Había una vez un lejano país llamado NUNCA MOLESTARÉ JAMÁS… ¡Era un reino
hechizado por las más bellas hadas! En él había castillos de chocolate y
galletas de nueces. A pesar de que el sol lucía brillante en el cielo de este
espectacular país, el helado de sus ríos, la miel de sus fuentes y el chocolate
de sus castillos jamás se derretían. ¡Era por la magia de las hadas que lo
habían creado!
La reina de NUNCA
MOLESTARÉ JAMÁS era una
maravillosa princesita de ojos grises y
cabellos negros como el azabache, llamada AMISTAD.
¡Se vestía con un maravilloso vestidito tan azul como el cielo! En su
cabecita llevaba siempre una graciosa coronita de oro, que simulaba hojitas de
árboles de mango, con manguitos diminutos hechos de oro resplandeciente. Ella
llevaba siempre en su mano derecha un mágico cetro de oro, rematado por una
hermosa esmeralda con forma de corazón, que habían traído del país que las
producía más hermosas en el mundo de los humanos, Colombia.
Un día llegó a NUNCA
MOLESTARÉ JAMÁS, el malvado duende del estrés. Era un viejito feo, barbudo
y con la cara toda llena de verrugas. ¡Era tan viejo como la humanidad misma!
Tenía más de un millón de años de edad, pero se había hecho más fuerte y
malvado en los últimos doscientos años. El
DUENDE DEL ESTRÉS odiaba a la princesita AMISTAD y cada vez que se veían se producían unos choques terribles
entre los dos. Ella con su dulzura, su amor y su cariño siempre lo derrotaba… Y
él siempre se iba todo bravo y con el rabo entre las piernas, echando chispas
de rabia. Pero de tiempo en tiempo volvía a hacer de las suyas, a espaldas de
la hermosa princesita.
Un día el duende del Estrés, aprovechando que la
princesita de la Amistad estaba visitando a una prima suya en el vecino reino
del Amor; entró de repente a NUNCA
MOLESTARÉ JAMÁS y eso echaba truenos y centellas a diestra y siniestra.
¡Todos los habitantes se asustaron mucho de ver a aquel diablillo haciendo de
las suyas, volando por los aires! De las manos del terrible duende salían
marejadas de humo negro, con rayos terribles y luminosos. De inmediato los
habitantes del mágico país empezaron a sentirse enfermos: unos lloraban de
tristeza y melancolía, otros se agarraban la cabeza con desesperación, otros
más se quejaban que les dolía mucho la cabeza y otros decían que ni hambre
tenían. ¡El estrés los estaba matando!
En el vecino reino del Amor, la princesita Amistad disfrutaba de un rico
té con galleticas, junto con su vieja prima, la princesa del Amor, quien se
vestía con un hermoso vestido rojo. Pero de repente…algo pasó… Una hada
pequeñita como una mosca entró volando toda sofocada al recinto y le dijo al
oído a la princesa Amistad…
-¡Corre princesa,
corre! Tu pueblo sufre y se queja por el estrés. El malvado duende ha
aprovechado tu ausencia y está haciendo de las suyas.
De inmediato la princesita Amistad se despidió a
toda prisa de su cariñosa prima y chasqueando los dedos, desapareció en medio
de un destello de luces multicolores. Segundos después estaba en NUNCA MOLESTARÉ JAMÁS de regreso…
Ayudada por la magia de su maravilloso cetro de oro, revoloteaba por encima de
todo el país, mirando las cosas malas que el malvado duende había hecho. Por
donde pasaba ella iba dejando estelas de estrellitas luminosas que iban cayendo
del cielo como lluvia de oro. ¿Qué eran todas aquellas mágicas estrellitas de
oro? Eran una fórmula secreta para acabar con el malvado estrés, a saber: calma, paciencia, pensar muy bien las cosas,
amor y colaboración de nuestros seres queridos y la ayuda magnífica de
Dios.
El malvado duende del estrés vio todo aquello y se puso muy pero muy
bravo…
-¡Pero qué está haciendo esta
princesa boba! Regresó cuando menos debía hacerlo. ¡Ahora está dañando todo lo
que yo hice!
-¿Por qué está usted tan bravo,
señor duende malo?
-¿Por qué me hablas con suavidad y
dulzura? Háblame de malas maneras y así nos entenderemos.
-No mi señor querido,
en el reino NUNCA MOLESTARÉ JAMÁS nadie jamás grita, ni se estresa ni se
angustia. Aquí el único que sufre por esas cosas ahora es usted. ¡Hágame el
favor y se va por donde vino que aquí no tiene nada que hacer!
Ante todo aquel amor con que la princesita de la Amistad le habló, el
duende del estrés se puso rojo de la ira como una brasa encendida…
-¡Pero no puede ser! Grítame,
trátame mal, rétame a pelear con nuestras magias… ¡Así es como las cosas se
hacen! ¡Así me hago más fuerte, princesa!
Por toda respuesta la princesita le sonrió con
dulzura y se despidió amablemente de él, haciéndole en el aire la bendición de
Dios con su cetro de oro. El duende del estrés gritó de la desesperación y
salió corriendo por el viejo camino real, echando humo como una vieja chimenea
de carbón.
-¡Muy bien princesita! Así se hace…
¡Tú sí sabes cómo tratar a ese viejo cascarrabias y mañoso! Le dijeron todos
los habitantes del país, felices porque su reina había derrotado una vez más a
ese malvado demonio y les había quitado sus anteriores sufrimientos.
-Sí, pero no está derrotado del
todo y si olvidamos ser amigos de todos y ayudarnos como hermanos, sin hacernos
sentir mal, él volverá y se hará fuerte entre nosotros.
Madrid,
Cundinamarca
Colombia
2013
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